martes, 22 de septiembre de 2009
independencia y libertad artística rockera (ficción)
Aquí se retrata los obstáculos y el imaginario de un miembro de una banda de rock en el "under" que pretende autenticidad.
"Con la banda casi lista para tocar, tomé la iniciativa de organizar el primer recital. Inspirado por el ideal de actuar en forma independiente, elegí un club de barrio cuyo presidente era conocido mío, y me dispuse a preparar el evento en ese ámbito. Buscaba una manera de esquivar las condiciones que los pubs solían imponer a las bandas. Condiciones económicas y limitaciones estéticas. Era algo que me habían contado algunos músicos con experiencia que yo conocía. Los dueños de los bares, aprovechándose de la vocación de los músicos por presentarse en vivo y la existencia de muchas bandas, solían quedarse con casi toda la ganancia que generaban los shows, dejando sobre las espaldas de los músicos los costos, como los gastos en fletes y lo que se gastaba en sonido. Pero además, a menos que tuvieras una banda muy popular o prestigiosa, las fechas que te ofrecían para tocar en sus escenarios eran días nefastos, como cuando la mañana después del show era día laborable o fechas a fin de mes, cuando nadie tenía un mango, lo cual afectaba negativamente sobre la convocatoria de público. Pero no era un problema de guita. La idea de actuar independientemente implicaba libertad artística: se podía montar una escenografía si queríamos, tocar el tiempo que quisiéramos, no nos veríamos obligados a amoldarnos a los gustos de audiencias vulgares (y tocar hits, por ejemplo). Yo había acuñado una serie de ideales al respecto. La independencia organizativa, creía yo, consistía en crear las condiciones de la libertad expresiva. Estas convicciones provenían de diversas fuentes: la impronta de los Redondos me había influido, mis fantasías pseudo-contraculturales, la ambición de máxima libertad artística, etc, etc. Toda una urdimbre de ideas honestas y orgullosas. Ideas con las que no logré persuadir a mis compañeros; a quienes les resultaba indiferente todo eso y se desentendieron de la organización.
Yo estaba convencido ciegamente del camino que debíamos tomar y, con irracional entusiasmo, decidí encargarme de todos los detalles del evento, desde el sonido hasta la participación de otros artistas. Casi todo yo solo. Una locura .Cargar sobre mis hombros toda la responsabilidad de la organización independiente era un esfuerzo voluntarista e ingenuo destinado al fracaso. Pero ¿para qué es uno joven sino para hacer esfuerzos voluntaristas e ingenuos destinados al fracaso?"
Mariano
Payaso de las palabras