Yo hubiera preferido escribir sobre la obra musical de Jaco Pastorius. Porque fue un músico que logró un nivel de excelencia sin par. Hubiera querido hablar de su participación como bajista de Weather Report (una banda de fusión impresionante), de su obra solista (su disco Word of mouth y sus grabaciones en vivo, el increíble dúo con Pat Mettheny en “Bright size Life”, etc) Porque cuando uno tiene una idea de lo que es tocar un bajo eléctrico, entiende que Jaco llevó ese instrumento a maravillosas formas expresivas. Si Hendrix es sinónimo de guitarra eléctrica, Jaco representa la virtud como bajista. Hubiera preferido escribir más sobre el legado que Patorius dejó a la música popular. Pero resulta que, porque me resulta pertinente, sólo mencionaré la forma absurda en que este músico murió. Una noche Jaco estaba en un bar y según parece estaba “haciendo bardo”. No se como se estaría comportando pero me imagino que no se merecía lo que le pasó: un “patovica” del bar lo mató a golpes.
Este tipo de fenómenos de violencia le cuestan la vida a mucha gente. Toda persona que eventualmente ejerza una tarea que implique el uso de la violencia: patovicas, guardias, policías, etc son potenciales victimarios; la responsabilidad que tienen es muy delicada para asumirla sin una adecuada preparación y sin legislación que pongan límites a sus acciones, que favorezca que actúen con cordura, que sus jefes o empleadores sean responsables por el daño que puedan causar.
Me refiero a este fin trágico de Jaco porque también la violencia de uno de estos “patovicas”, años después y en Argentina, se llevó la vida de un joven. Martín Castelucci, por querer defender a un amigo al que habían discriminado en la puerta de la discoteca “La Casona” de Lanús, fue golpeado por un patovica y murió por esta causa.
El padre del chico al que me refiero, cuya pérdida inconsolable pudo haberlo conducido por el camino del odio, la venganza, las declaraciones irreflexivas en los medios, optó por crear una asociación civil que lleva el nombre del hijo que perdió. . Através de esta asociación (www.acmartincastellucci.com.ar), se propuso actuar en contra de la discriminación, la violencia, a favor de los derechos de los jóvenes, los derechos humanos, etc. Ejemplarmente, logró transformar su duelo en una acción pacífica, solidaria, reflexiva, responsable. Conduce un programa de radio, teje relaciones con otros movimientos sociales y logró que el poder legislativo sancione una ley que regula el fenómeno de “la noche”.
Hoy, fruto de esta acción, se inaugura el Centro de Formación Profesional Nº 420 “Martín Castellucci”. Este CFP ha sido creado por un convenio entre el gremio de los controladores SUTCAPRA y la Dirección General de Cultura y Educación del gobierno de la Provincia de Buenos Aires con el objeto de dictar gratuitamente, en todo el ámbito bonaerense, los cursos de capacitación que exige obligatoriamente la Ley Nacional Nº 26.370 (a la que adhirió la provincia mediante la 13.964) a los controladores de admisión y permanencia para habilitarlos para el cumplimiento de sus tareas.
Hasta hoy a los patovicas sólo se les exigía musculatura para trabajar. Ahora van a tener que formarse para trabajar en el marco de reglas claras.
Finalmente, sin entrar en discusión acerca de la legitimidad de que el estado asuma el monopolio de la violencia, ¿ no resulta imprescindible que quienes asuman el rol de ejercerla materialmente estén bien preparados? Al respecto me pregunto ¿Es suficiente la formación que recibe un policía antes de salir con un arma a la calle?
Es una meta difícil el que no se repita lo de Jaco o lo de Martín, porque la discriminación y la violencia parecen hechos propios de “la naturaleza” de los hombres y, entre otros motivos, porque la sociedad -con excluidos- parece incapaz de brindarle a muchos una alternativa a ejercer la violencia para sobrevivir.Aunque sería prejuicioso sostener que la violencia pertenece a un sector social determinado, cuando en realidad es un fenómeno complejo que atraviesa distintos grupos.
En este contexto los medios masivos apuestan a generar una paranoia irracional que desemboca en la necia idea de que la solución está en la “mano dura”
Por suerte hay gente que trabaja para combatir estos fenómenos con inteligencia y voluntad, como Oscar Castellucci y sus compañeros.
Yo hubiera querido hablar sólo de la maravillosa obra de Jaco. Discúlpenme si me desvié.