domingo, 8 de marzo de 2009

¿Quién quiere ser famoso?




Muchos de los que hemos incursionado en el rock desde la adolescencia pasamos por una etapa en que albergamos la fantasía de tener éxito: que cada vez nos siga más gente, que compren nuestros discos, tener a nuestro pies jóvenes groupies que nos adoren, salir en los medios, llenar estadios, vivir de la música, etc. Esta esperanza es el motor que mueve a muchos chicos a invertir todas sus energías en proyectos roqueros. A primera vista, esta fantasía parece tentadora y constituye una ambición estimulante. El éxito
Mi experiencia al respecto no duró mucho. Echando una mirada a los grupos de mi generación que alcanzaban estas metas de “gloria”, me di cuenta de que pocos de ellos hacían el tipo de rock que a mí me gustaba. Es notable ver en algunos grupos que arrancan con una ambición creativa y original, como se van acomodando a las formas que impone el gusto de las masas (que se inclinan por temas elementales con estribillos pegadizos). “¿Esto quiero para mí?” me pregunté afortunadamente al poco tiempo. Además está la necesaria exposición ante los medios masivos que te van convirtiendo en una especie de vedette o modelo publicitario (el Indio Solari dijo de los medios que jugaban con tu estado de ánimo)
Para ser famoso o exitoso, lugar al que raramente se llega, hay que haber nacido para ocupar ese lugar. Yo respeto a quienes se bancan el desgaste de la fama, pero a veces me resulta un poco graciosa (cuando no ridícula) la figura de rock star. Sobre todo el rock star argentino. El personaje de Capusotto “Pomelo” (buscar en you tube) ilustra bien esa sensación. Un rock star argentino resulta un poco ridículo como un Cantante de tango japonés exitoso (que los hay).
Pero esto no quiere decir que el rock nacional sea un género tonto o una mera versión subdesarrollada del rock anglosajón. Una mera parodia. No creo eso. Mi humilde opinión es que el rock es un espacio donde se puede expresar (quienes lo deseen) el deseo de crear, de vivir momentos intensos, de canalizar la rebelión (quienes lo busquen), de divertirse, de entretener.
Un roquero que quiera realizarse mediante el éxito, deberá estar preparado para pagar los precios y hacer las concesiones que los fenómenos masivos exigen.
Mejor que la fama, para mí, es la posibilidad de crear cosas auténticas, temas que reflejen los propios gustos. Hacer un rock que le guste al creador e interprete antes que nada.
Ahora bien. Si, por esas casualidades, viene una discográfica y te ofrece una valija de guita para que te conviertas en una especie de Chayane. No seas boludo, agarrá viaje que la cosa esta dura.

Mariano

Clown de las palabras