lunes, 7 de junio de 2010

La seducción de Jim



Yo tenía una edad en que la ingenuidad aún era vigente. En una fiesta pasaron un tema de los Doors (Break on through) y me flasheó la voz de Morrison. Era una voz original en el rock. Tenía un timbre grave (más barítono que tenor quizás)

Fui investigando la historia del grupo y me cautivó esa mezcla de psicodelia y blues; pero sobre todo me atraía la condición de “poeta maldito” de Jim, lector de Rimbaud , W. Blake y Nietzsche entre otras cosas; que hablaba de cosas “profundas” como la muerte, la expansión de la percepción, el chamanismo, etc.
Más tarde llegó la película de Oliver Stone, que me gustó en aquel momento. Morrison era una inspiración para quien cometiera excesos…
La historia de los rockeros y algunas letras de rock tienen la capacidad de otorgar sentido a los excesos…muchos salames se quedan con ese costado del rock, dado que cometer excesos está al alcance de cualquier pelotudo, pero componer buenas canciones o tocar bien un instrumento requiere cierto esfuerzo… Escuchamos “Road House Blues”, por ejemplo, y hacemos fondo blanco con el trago.
Morrison se tomaba el culto por lo dionisíaco demasiado literalmente y se fue hundiendo en las adicciones hasta morir joven.
De todas maneras, yo no soy quien para juzgar los excesos ni estoy para sermonear.

Uno de mis temas preferidos era “The Cristal Ship”, una balada sin estridencias con enlaces de acordes psicodélicos.
The Doors fue una de las mejores bandas norteamericana de aquella época (fines de los sesenta). Buenos músicos y un cantante que lograba expandir las modalidades expresivas, que iba del susurro al grito, que saltaba y se enloquecía sobre el escenario.
Me gustaba cuando recitaba poesía acompañado por la música de su grupo. Tenía una voz atractiva y convincente (como en “An american prayer” o en “The end”)
Morrison llegó a convertirse en un sex simbol; una condición de la que renegaría en sus últimos tiempos.
Para muchos, de distintas generaciones, Morrison es objeto de culto; aparece en las remeras, en tatuajes, en posters. A mi llegó a seducirme bastante también en aquellos tiempos ingenuos … tan ingenuos.


Mariano

Payaso de las palabras