sábado, 26 de junio de 2010

Prince. Hacer que la cosa nos resulte linda



Según muchos entendidos (críticos, periodistas de la música y músicos), Prince es un buen músico. Por ejemplo, en una ocasión fue elogiado por el mismo Miles Davis, una autorizada voz del jazz.
Yo coincido con este juicio.
Ahora bien, la actitud con que Prince se presenta desde sus comienzos podría calificarse de ultranarcisista, ególatra y erótica. ¿Esto está mal? …No lo sé…bah a mí no me parece mal en tanto su actitud no sirva como el marketing de una creación berreta. Por el contrario, Prince siempre hizo cosas de calidad y, aunque algunas me gustan más que otras, en todas se nota un trabajo meticuloso y esmerado, donde se cuida hasta los mínimos detalles.
Aprovecho esa imagen con la que Prince complementa su arte para seducirnos, para arriesgar la idea de que todo artista tiene algo de narcisita, un gran ego y cierta sensualidad. Los artistas asumen el privilegio (y sus riesgos) de aportar a la sociedad algo que, aunque considero es sumamente valioso (la creación de obras bellas), no reviste utilidad. Un plomero, un médico, un panadero, hacen cosas necesarias y útiles, a veces imprescindibles. Uno puede vivir toda la vida sin escuchar “Rapsodia Bohemia”, pero no puede prescindir del medico si tiene que curarse una enfermedad, o necesita un carpintero para arreglar un mueble roto.
El personaje “Pepe Laposta” de Capusotto lo dice claramente: los artistas serían totalmente inútiles en la vida. Claro: es una provocación con fines humorísticos. Pero sería razonable si midiéramos todo según un criterio de utilidad (quizás un criterio tosco de utilidad).
Los artistas serían privilegiados que ofrecen algo inútil y viven (los que pueden) de ello.¡Qué egoístas! El resto de la gente, en cambio, tiene que laburar.
Pero esta manera de pensar puede ser objetada sin mucho esfuerzo. Por un lado, aún si adoptásemos una postura utilitarista, se puede argumentar que los artistas producen sentido (aún aquellos que pretenden expresar el sinsentido, el absurdo). El sentido no es fácil de ser mensurado o valorado en términos económicos a comparación de un kilo de papas, por ejemplo. Pero hay mucha gente inteligente que piensa que el sentido es lo que gobierna la vida,la "sustancia esencial de la vida", lo que gobierna todo, aún en lo que respecta a las transacciones económicas. El artista, por lo tanto, actúa en la dimensión más profunda y determinante de lo social.
Por otro lado ¿Por qué deberíamos otorgar valor sólo a lo que sirve, a lo útil?. Se imaginan una sociedad donde la apreciación estética fuera desdeñada, donde la belleza sea desterrada por “no servir” a un propósito.
La belleza, entre otras cosas, está fuertemente vinculada al amor (nada menos): amamos a aquello que nos parece bello.
Claro que se puede discutir sobre qué merece ser juzgado bello, y cómo se establecen los cánones dominantes en la materia… Otro día lo pienso

Volvamos a Prince. A mí me gusta más lo que hizo en sus últimos discos, más ligados al soul y el funk clásico, aunque sin privarse de innovar, que lo que hacía en los ochenta… En su banda tiene nada menos que al saxofonista Maceo Parker (al que pude ver en vivo en una oportunidad y logró que todo el teatro vailara durante un par de horas seguidas) y sus músicos siempre son excelentes.

Prince hace belleza y se porta como “una diva” sin culpa. Creo que se lo merece después de una carrera de talento y esfuerzo. Hasta podríamos conjeturar que no precisaría usar su sensualidad exacerbada, ni de las mujeres impresionantemente bellas de sus videos para promocionarse. Es un músico que hace cosas buenas primero que nada. Que nos regala canciones que hacen que amemos la vida. Que la amemos por linda nomás.
Pido permiso para arriesgar una idea: Acaso la principal misión del artista acaso sea obrar para que la vida sea linda y nos enamore, como nos enamora una bella mujer. ¿Acaso no es un propósito suficientemente valioso? Si la vida no nos resulta bella, no nos enamora, y de esta manera la muerte gana la pulseada.
En definitiva, si es preciso que el arte sea útil, este “serviría” para embellecer la vida, para que nos despierte el deseo de amarla y vivirla.
¿Descubrí la pólvora?
Ya se que hay otros objetivos del arte, algunos morales, políticos, otros hedonistas, comerciales, etc. Todos son valiosos nobles y vitales. Pero acaso alcance con el que yo subrayé para justificar su presencia, para juzgarlo imprescindible.
Bah…no tomen en serio a un payaso delirante como yo.

Mariano

Payaso de las palabras