miércoles, 3 de diciembre de 2008

Juana Molina



Quizas recuerden su programa Juana y sus Hermanas. Donde Juana Molina encarnaba diversos personajes con un humor absurdo: Una cheta, una psicologa (que tenía una muletilla “decimmmoss”). etc. Yo veía el programa, que quedo sepultado por la maquina de olvidar de la televisión.
Un día, en la época en que compraba discos de un catalogo, me encontré con uno de Juana llamado “segundo”. Decidí comprarlo por curiosidad. Lo puse a reproducir y me encontré con algo nuevo, una composición que podría llamarse psicodélica, ya que logra abrir y expandir los codigos con los que digerimos la musica popular. Ritmos de influencias de música indú. Teclados que ascienden y decienden los acordes de una forma que no salta por intervalos convencionales (un semitono por ejemplo), sino que recorren todo lo que hay en el medio, pareciendo desafinar, pero logrando un efecto “slide” loco. Loops de guitarra sobre los que se desarrollan melodías de una voz afinada simple y nada impostada (quizas esa forma de cantar la haya heredado de su padre, el talentoso Horacio Molina). Melodías simples, casi infantiles pero con sutiles detalles que las enriquecen y contribuyen a enrarecerlas, a favor de los amantes de la originalidad.
Las letras carecen de pretensión poética. O más bien, contienen la belleza de lo no pretencioso; se anima a hacer una versión de las primeras estrofas del Martin Fierro, mas adelante cuenta la historia de un perro que ladra cuando su dueña no está molestando a los vecinos. Tambien hay ruidos de la naturaleza que adornan temas como en “el mantra del bicho feo”. Desde “segundo” (que resulta ser el segundo disco que graba) consigue un sonido original y creativo.

Algo después de haberla escuchado por azar, me enteré que su disco “tres cosas” había logrado la bendición de un crítico del New York Times, situándolo entre los mejores álbumes grabados ese año, a la par de U2 , Bjorg y otros Grandes. También me enteré que Juana había sido elegida para actuar de soporte en una gira de David Byrne (un músico siempre atento a lo que pasa en la periferia).

La cuestión es que me enteré que Juana se iba a presentar en el teatro ND Ateneo. Y yo, decididamente compré un ticket y me fui sólo a Buenos Aires a verla.

Me senté en un hall que tiene el teatro a esperar que empezara el show. La gente que iba llegando era una mezcla de todas las edades y ondas. Había jóvenes “Goticos”, adultos en familia, adolescentes, etc. Un personaje que me llamó la atención fue un flaco alto que llegó en rollers al teatro (cosas que no sorprenden en la variada Buenos Aires)

Juana toca sola. Cuenta con una guitarra, teclados y unos pedales que le permiten ir combinando Loops, activando y desactivándolos para lograr distintos climas en la cancion. A veces se quedaba solo con la guitarra. A veces creaba un coro con su propia voz y sobre la repetición del mismo cantaba o improvisaba. El show empezó con la versión del Martin Fierro. Y tocó canciones de “segundo” y de “Tres Cosas”. Había momentos en que, sobre las bases rítmicas y musicales que iba creando, Juana se soltaba y como entrando en trance improvisaba libremente con la voz (scateando) entregándose toda, suelta, creando unos ambientes sonoros cada vez mas complejos y volados.

Algunos comentarios que hizo entre tema y tema mostraron que esta vigente una relación humorística con su publico, que quizás tuvo su origen en su pasado comediante. Tiene carisma y buen feeling con el público.
Yo me quedé copado con el show.
La musica de Juana parece un resultado de una mente creativa. Me imagino que sus discos deben ser una experiencia acorde para el oído cannabico.

Juana es una artista que apostó a la búsqueda de nuevas formas, nuevos colores, nuevas texturas en la musica popular. Parece escapar de las convenciones del género. Y lo que logra es bello. Es difícil encasillarla.
Hay que respetar a la gente que como ella, se anima a cambiar, se embarca en caminos arriesgados de la música popular.

Que bueno que le haya ido bien.

Mariano
El Clown de las palabras